domingo, 26 de diciembre de 2010

Capítulo 5


Capítulo 5
“Una bonita mañana”



Su piel era mucho más suave de lo que ya parecía, su cara sonrojada adorable y su expresión…Zuko todavía sentía el calor se sus mejillas en la yema de los dedos, los ojos le brillaban a mitad de camino entre la ilusión, el nerviosismo y el miedo. En una situación así, ¿qué podía hacer? No sabía cómo se lo debía haber tomado Katara, pero tampoco le apetecía comprobarlo. En su corazón sentía felicidad por ese momento robado tan dulce, pero algo le decía que no debía, quizá el respeto que sentía por la joven maestra del agua.
Zuko se quedó largo rato en el mismo lugar donde la chica lo había dejado, saboreando aquellos últimos instantes y disfrutando su aroma que todavía se mantenía suspendido en el aire; preguntándose si ahora ella le odiaba, cosa que le parecía lo más probable. Katara había huido de la situación para no herirle con sus palabras de rechazo, ¡estaba seguro!
Algo resignado, pero contento por los retazos de felicidad que había podido tener junto a ella, bajó la vista en dirección a su desayuno, se dijo a si mismo, que no volvería a ponerla en una situación incomoda jamás y comenzó a comer lentamente.

***
La habitación había tomado un aire acogedor. Unos pequeños rayos de luz avivaban el rojo carmín de las cortinas que se mecían por la brisa marinera, las alfombras de caros bordados y las sabanas de fina seda caían de cualquier manera sobre el suelo. Cuando Azula abrió los ojos, se encontró a pocos centímetros al joven recluso de la tribu del agua. Ella estaba tumbada sobre el borde de la cama y el chico apoyaba a cabeza sobre sus brazos enfrente de ella. Anonadada, empezó a recordar lo ocurrido la noche anterior y sabiendo que él se encontraba en un profundo sueño, se permitió el lujo de observarle por unos instantes. Tenía la piel del color del caramelo y unas facciones suaves aun que masculinas, Sokka era mucho más mayor que ella, y eso lo sabía. Sin darse apenas cuenta, se había concentrado tanto en observarle que se sentía incomoda al pensar que le estaba prestando demasiado atención a un simple recluso, así que, sin saber muy bien por qué, le pareció que él no tenía ningún derecho a descansar allí, y con el rostro colorado por el pueril enfado, carraspeó y zarandeó los hombros del joven de la tribu del agua. Es consecuencia, su cuerpo se desplomó sobre el suelo, sin darse cuenta que las largas mangas de su fino camisón de lino rojo se había enganchado con el cinturón de él, con la mala suerte de verse arrastrada junto a él sobre las sabanas de seda esparcidas por el suelo. Sonrojada, avergonzada y con el ceño fruncido por la incredulidad de los hechos, soltó un pequeño grito ahogado al caer más por el susto que por el golpe, alzó la cabeza y comprobó que el cuerpo de Sokka había amortiguado su caída. Ahora le tenía todavía más cerca: el viaje le había deshecho la cola de caballo que llevaba y su kimono azul marino se veía destartalado i mal puesto, abierto indecentemente dejando entrever su pecho. Azula empezó a abrir la boca de alucinación nerviosa y el sonrojo a hacer conjunto con su atuendo, rápidamente puso las manos sobre tierra firma y se apartó corriendo de él dándole la espalda, suspiró para recuperar su serenidad habitual y le propinó un puntapié al chico:
-   Eh! Tú! ¿Piensas quedarte ahí tirado durmiendo el resto del viaje? –  gruñó intentando ser lo más autoritaria posible. Sokka se removió entre las alfombras y las sabanas y abrió los ojos lentamente. Al darse cuenta de donde se encontraba mientras se incorporaba, de quien era esa chica que le gritaba, de que había pasado la noche con ella… Su expresión evolucionó rápidamente hacia el horror y el miedo.
***

El silencio se había apoderado del lugar. Katara trataba de tranquilizarse respirando hondo. Cerró los ojos y al abrirlos había tomado una determinación: aquel chico le gustaba y además iba a ayudarle a salvar a su hermano, ya daba igual de que nación fuese. Tenía entendido que la nación del fuego reclutaba para la guerra a todos los jóvenes, incluso a los de los pueblos más remotos, él no tenía la culpa e incluso era probable que ni siquiera estuviese de acuerdo con todo lo que estaba sucediendo. Ella había decidido, que después de aquella misión tan complicada, si se daba el caso que salía con vida, le propondría a Zuko que huyera con ellos y se alejase de todo aquel odio entre naciones. Estaba convencida de que le diría que si, puesto que planeaba usar todas sus armas de mujer, por poco que fuera, removería en su corazón algo que no le permitieran separarse de ella.
Segura de si misma, Katara salió de la tienda con la mochila ya preparada. Fuera le esperaba Zuko también listo para partir, plegaron las tiendas, las guardaron y tomaron el camino que llevaba a la ciudad más cercana en un silencio sepulcral. Ambos sabían hacia donde ir, así que anduvieron el uno tras el otro con las mochilas cada uno sumido en sus pensamientos. Zuko no sabía si debía pedir perdón por lo sucedido en la mañana, se cuestionaba si eso la ofendería o removería algo ya pasado, mientras que Katara se lo miraba des de detrás buscando la manera de llamar su atención, << quizá esté enfadado porque me marché de golpe a mi tienda…des de entonces no me a dirigido la palabra >> pensaba ella.
De pronto la maestra del agua que había dejado de prestar atención al suelo que se hallaba bajo sus pies, pisó una piedra que le izo tambalearse y precipitarse al suelo. Instintivamente se agarró a la espalda de Zuko, que se giró rápidamente a socorrerla y evitarle la caída. El chico había logrado sostenerla antes de caer por completo y ahora se encontraba de rodillas con sus brazos rodeándola sorprendido y con la adrenalina por las nubes. Ella le miraba con los ojos abiertos como platos, gracias a él se había librado de un buen moratón.
-   Gracias – le dijo ella con una expresión dulce después de comprobar que estaba entera de una pieza.
-   De nada… supongo – respondió él embobado por la cara de la chica, << ¿por qué eres tan linda? ¿no ves que así me lo pones más difícil esto de olvidarme de ti? >> se decía a si mismo. Entonces ella alzó los brazos, algo sonrojada por lo que planeaba hacer, y abrazó al chico.
-   Disculpa, es que estoy algo nerviosa… - se excusó mientras él, atónito, no sabía cómo reaccionar. Se encontraba completamente bajo de guardia, sonrojado cómo nunca lo había estado. << ¡¿Qué debo hacer yo ahora?! >> pensaba mientras tragaba saliva forzosamente y cerraba los ojos con fuerza. Empezó a sentir como el corazón le latía rápidamente y en un acto reflejo rodeó el cuerpo de la chica y lo atrapó con fuerza contra el suyo. Una oleada de calor recorrió su espalda y para retenerla se mordió el labio inferior con fuerza.
Ella mientras le abrazaba, procuraba que él no notase lo nerviosa que estaba, su pulso acelerado, el calor en su pecho…no quería soltarle por nada en el mundo, si lo hacía él se daría cuenta de lo sonrojada que estaba y le daba una vergüenza monumental que la viese así. Suspiro, y, entonces, sintió algo líquido y caliente le goteaba sobre su cuello. Ella, pillada de improviso, se apartó ligeramente para comprobar de que se trataba: Zuko se encontraba tan al límite por retenerse, que se había hecho sangre en el labio mientras al mordérselo. Cuando Katara lo vio, se dio cuenta de que no solo ella estaba nerviosa, el príncipe estaba muy sonrojado y traía la cabeza agachada. La maestra del agua le alzó el mentón suavemente con la mano i posó sus finos dedos sobre su labio inferior, sobre su herida. Zuko la miraba intensamente  mientras ella limpiaba la herida con un pañuelo, la joven acercó la cantimplora que siempre llevaba atada a la cintura  y mediante el dominio del agua, izo aterrizar un par de gotas sobre la herida, curándola, que después se deslizaron barbilla abajo por encima de su pecho debajo de la camisa. Katara cogió de nuevo el pañuelo y con la mano temblorosa miro a Zuko pidiéndole permiso sin hablar, este bajo la vista hasta su pecho y ella secó las gotas que habían caído. Mientras la maestra del agua seguía el recorrido de las gotas de agua lentamente, se ponía paulatinamente más nerviosa: bajo por el mentón hasta el cuello blanco cual nieve y se detuvo por unos instantes sobre la clavícula. El joven príncipe, la miró y posó su mano sobre la suya para ayudarla a proseguir: el pañuelo bajó por su pecho hasta llegar al principio del abdomen. Entonces ella le miró mientras apartaba lentamente el pañuelo de su torso, él también la miraba aún con la mano sobre la de ella.
 - Dame… - susurró Zuko. La chica soltó el pañuelo y se quedo quieta sonrojada y sorprendida por lo profundo de su voz.



Capítulo 5 ~fin~

2 comentarios:

  1. *//////////////////////////////////////////////* ascdacsdansdxnasvdxnbsadvcasbdvasvbda MALDITA como me puedes dejar así? D: reclamo otro capitulo XDDDDDDDDDDDDd T////T asdasdasd

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  2. jajajaja XDDDD ai ai, en dos dias mas kiza lo tenga XDDDDDDD

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avandia