martes, 7 de agosto de 2012

Capítulo 6


Entre el susurro del viento, bajo las copas de los árboles, Zuko sostenía a la joven maestra del agua entre sus brazos arrodillado en el suelo. La tensión se respiraba en el ambiente, y Katara tenía la sensación que sus latidos la delataban. El príncipe de la nación del fuego, pañuelo en mano, limpiaba las gotas de sangre que sin querer, a causa de su contención sobrenatural frente a deseos tan fuertes, había dejado caer sobre el cuello de la chica. Posó el pañuelo sobre el hombre y lo fue deslizando lentamente hasta el cuello, lentamente para saborear cada instante, cada segundo junto a ella mientras se emborrachaba de su dulce aroma. Mientras tanto, ella sufría en silencio. Por un lado sentía placer por aquella situación tan ansiada: tener a aquel chico cerca, pero al mismo tiempo, las dudas la incomodaban. No quería que él la tomara por una chica fácil: << probablemente está acostumbrado ha tener éxito con las chicas, por eso se comporta así y tiene tanta facilidad para ponerme nerviosa>> pensó... El problema era que esa atracción era demasiado fuerte.
Zuko, concentrado en su tarea, empezó a relamerse el labio, el lugar donde anteriormente se encontraba su herida, sorprendido por la rápida curación de esta gracias a los poderes de la maestra del agua, sin ser consciente de ello hasta que alzó la visto y se topó con el rostro sonrojado de la joven, que le miraba completamente atónita. Le brillaban los ojos mientras pensaba que, por tan solo un instante, le gustaría ser una de aquellas chicas a las que el maestro del fuego había encandilado con su encanto. Tan solo una vez posar sus labios sobre los de el y hacerle entender con tan solo un beso cuanto le deseaba. Parar el tiempo y robar unos minutos junto a el para después proseguir con su misión y olvidar lo sucedido... Sentimiento que coincidía a la perfección con los pensamientos que el príncipe tenía en aquel instante también.
Ella lo miraba intensamente, como si tratara de decirle algo a gritos silenciosos, y el sintió como una ola de calor atenazaba su cuerpo. Sus brazos se movieron solos hasta rodear de nuevo a la chica. Una de sus manos se acercó tímidamente hasta su cabellera castaña, luego su rostro hasta alzar su mentón... Se acercó a ella, lentamente... y cuando tan solo cinco centímetros le separaban de sus labios, cerró los ojos y posó los suyos sobre su frente, dándole uno de los besos más dulces que la chica jamás había experimentado.

***

Por fin, Sokka fue consciente de donde estaba y de quién era aquella jovencita que le miraba des de la altura que le proporcionaba estar de pie. 


Capítulo 6 ~fin~

avandia