lunes, 20 de septiembre de 2010

"Y si nunca..." Capítulo 1

Capítulo 1
“La joven de los ojos azules”


Gota a gota, el agua se resbalaba por su cuerpo: sus brazos, sus caderas, su cuello… y él, la observaba atónito. ¿Cómo era posible que una criatura tan bella hubiese pasado desapercibida hasta ahora para el ejército de la nación del fuego? Él, que se había extraviado con unos pocos hombres más y su tío en busca del avatar, del cual no tenían ni una sola pista siquiera de su paradero, tenía el inmenso honor de apreciar semejante obra de arte…
Todo en ella resultaba hipnótico para el joven maestro del fuego, su piel morena desnuda cual caramelo, sus movimientos acompañando el vaivén del agua… Todo, absolutamente todo, junto a la pequeña poza rodeada de verde bosque donde se bañaba tranquila y en paz, resultaba ser la imagen idílica perfecta, simplemente ella, sola… o eso creía.
Estaba de espaldas, el agua le cubría hasta el vientre y su pelo mojado, castaño a juego con su tono de piel, se pegaba y despegaba en su cuerpo con cada movimiento que hacía, parecía que danzaba al ritmo del agua que se elevaba acompañada por sus manos: se trataba del dominio del agua. El joven se removió, ¿qué hacía una maestra del agua en el reino de la tierra? Para él, un adolescente de duro carácter, tanto que a veces resultaba terco, sentirse atraído por alguien así… una refugiada, una plebeya era hiriente para su orgullo de príncipe primogénito y, por tanto, futuro emperador… pero todos esos pensamientos no eran lo suficientemente fuertes como para apartarle de las buenas vistas que obtenía des de aquella resguardada elevación del terreno a 5 metros aproximadamente de ese ser tan atractivo, por muchas coherentes excusas que intentara buscar.
De pronto, su mente se quedó en blanco, solo una cosa le importaba: debía acercarse más. Por peligroso que esto pudiera resultar, a nuestro joven príncipe no le importaba, ni siquiera había considerado la opción de ser visto, así que, impulsado por su deseo, bajo el pequeño montículo de tierra y se situó al pié del lago, pero las prisas le jugaron una mala pasada a nuestro aventurero maestro el cuál, al bajar pisó una rama seca que había en el suelo de la cuál ni siquiera se había percatado. Oyó el chasquido, levantó el pié y acompañó el gesto con un:
-  Mierda… - dijo mientras se mordía el labio inferior. Rápidamente se agachó y rodó hasta el árbol que pudiera servirle de protección más próximo. Al mismo tiempo la joven, alterada por el sonido y en un acto reflejo, giró la cabeza en dirección a este.
-  Sokka…? - preguntó indecisa mientras se tapaba los pechos. Sus ojos azules inspeccionaron la zona y se acerco unos cuantos pasos.
En ese preciso instante el príncipe trago saliva i cerró los ojos fuertemente temiendo que lo descubriera, pero al oír que se detenía por largo tiempo se aventuró a asomar la cabeza para observar, fue entonces cuando lo vio: unos preciosos ojos azules, como dos lucecitas en su tez oscura. Quedó asombrado, su rostro era bellísimo, sobre todo por su ligera expresión de miedo que la hacía todavía más adorable.
-  ¿Hay alguien ahí? – preguntó aún buscando una respuesta visual. Se acercó unos pasos más y entonces lo vio. Antes de que al príncipe le diera tiempo de reaccionar, la joven chilló mientras se encogía para protegerse dentro del agua, de la mirada viciosa de aquel que a sus ojos era un pervertido. El joven salió de su escondite con la intención de disculparse cuando la joven segundos después reacciono con una expresión de rabia en su rostro y alzó el brazo izquierdo por encima del agua elevándola en dirección a él, que en menos de un pestañeo se transformó en unas cuchillas heladas que lo atraparon contra el mismo árbol que le había protegido hasta ahora.
-  Tu… ¡PERVERTIDO! – exclamó ella. – ¡y encima de la nación del fuego! – por varias razones ella le tenía rencor a esta, una de ellas la que la había traído hasta aquí: la búsqueda de su padre perdido en la guerra. A causa de esto, ella y su hermano Sokka viajaban siguiéndole el rastro.
El príncipe estaba atónito. Poco después reaccionó:
-  ¡Eh! – exclamó el joven con su orgullo herido por encontrarse en una situación que para él resultaba insultantemente vergonzosa… ¡vencido por una mujer! – ¡suéltame! ¡yo no soy un pervertido! – dijo deshaciendo el hielo con sus manos para liberarse.
-  ¿A no? – dijo con un todo burlón realmente infantil - ¿Y entonces por qué me estabas espiando? – dijo la maestra del agua frunciendo el ceño.
-  ¡Yo no te estaba espiando! – replicó este - ¿por qué debería hacerlo? – pregunto con un tono pueril con el que, sin darse cuenta, le estaba siguiendo la corriente por completo.
-  ¡Haa! ¿Eso quiere decir que no soy agradable de mirar? – dijo ofendida mientras se alzaba del agua aún cubriendo sus senos con sus brazos - ¿entonces qué estás haciendo aquí? ¿tomar el té?- siguiendo en su línea. En ese momento al joven príncipe se le apareció en la mente su tío Iroh el cual probablemente estaría ahora mismo preguntando por él, y cuando se dieran cuenta de que no estaba, sería el único que se preocuparía, el único que a pesar de sus locuras y sus malos modales, le había apoyado hasta el momento.
Absorbido por sus pensamientos, el joven, sin percatarse de ello había agachado la cabeza, acto que la joven no comprendió y sin darse cuenta, movida por su instinto compasivo pregunto con cautela:
-  ¿Qué ocurre? – dijo insegura con un tono más suave que el anterior. El maestro del fuego alzó su cabeza lentamente y pudo contemplar que realmente estaba preocupada, por un instante, se volvió a perder en la profundidad de esos ojos azules… le reconfortaban tanto...
-  ¿Me harías el favor de vestirte? – preguntó el príncipe aún observando sus ojos. La joven sorprendida recordó que estaba desnuda volvió a chillar y se volvió a encoger y a ponerse de espaldas. – aunque si no quieres por mí no hay problema – dijo con cierto aire de sobrado. La joven giró ligeramente la cabeza y lo miró de reojo.
-  Date la vuelta… -  le pidió ella con voz algo vergonzosa.
-  ¿Por qué? ¿por qué debería perdérmelo? Además, ya te he visto – gruñó él.
-  Date la vuelta… - esta vez el tono y la cara habían cambiado por completo, parecían sacadas de una película de terror.
-  Va -vale… - tartamudeó él sin entender cómo una cara tan bella podía llegar a ser tan siniestra mientras un escalofrío recorría su espalda. Se dio la vuelta y acto seguido escuchó como el agua le avisaba de que ya estaba fuera, entonces inconscientemente se encontró pensando en que una joven tan bella como la maestra del agua que acababa de conocer se estaba paseando desnuda a sus espaldas. Los colores le subieron a la cara y la tentación de girarse empezó a pasearse por su mente <<al fin y al cabo no la he visto realmente desnuda…>>, pensó. Cuando ya no pudo resistir más la tentación, empezó a girar poco a poco la cabeza aguantando la respiración, rígido por completo, pero lamentablemente la maestra del agua, que se temía una acción como esa izo aterrizar una piedra sobre su cabeza antes de que fuese demasiado tarde, cosa que le izo exclamar:
-  Vale, vale. Lo capto, no mirar. – gruñó como si se tratase de una señal de tráfico y se volvió de espaldas por completo con cara de fastidio. Tras esto el joven, de nuevo, intentó buscar razones coherentes de por qué no debería gustarle ella: porque es una plebeya, porque es una maestra del agua, porque en realidad no es tan guapa… pero ninguna de ellas resultaba lo suficientemente convincente así que en consecuencia a tal frustración empezó a cabrearse sin razón, se giró de golpe y gruñó:
-  ¡Bueno, qué! ¡¿me vas a tener aquí todo el día?! - dijo mientras se giraba, pero todo su enfado se disipó al verla vestida con lo que parecía un kimono azul eléctrico largo de bordes blancos y un obi azul oscuro que se ceñía a su cintura dejando entrever claramente sus formas de mujer, le sentaba tan bien…
-  Si quieres… - se rió ella al ver la cara de asombro de su compañero. En respuesta a esto el príncipe se mordió la lengua a escondidas y torció el rostro intentando reprimir así lo que le hubiese gustado llevar a cabo esa propuesta…pero eso supondría darle la razón.
La maestra del agua al ver que se removía quedo satisfecha. De golpe, al ver que el joven giraba su cabeza, sintió curiosidad por la cicatriz de su ojo pero decidió no preguntar: <<podría resultar doloroso para él>> pensó, así que optó por lo más obvio.
-  ¿Cómo te llamas? – entrecerrando ligeramente los ojos puesto que no había olvidado que se trataba de alguien de la nación del fuego, su enemigo.
-  ¿Por qué quieres saberlo? ¿tienes previsto investigarme? – dijo con soberbia – bueno, si algo descubrirás es que ¡no soy un pervertido! – estaba claro que lo de pervertido le había ofendido y bastante.
-  Idiota -  le dijo con cara de estar fuera de lugar semejante comentario para alguien de su edad. – solo quiero saber cómo llamarte, ¿no es esa razón suficiente?
-         Zuko – dijo algo tímido – ¿y tú? – preguntó en el mismo tono.
-  Katara – dijo con una sonrisa encantadora y le extendió la mano. Pero el príncipe con aire tristón  se miró la mano de Katara y acto seguido le dio la espalda, acción que ella no entendió y le dio a entender que algo estaba mal.
-  ¿Sabes que yo…debería arrestarte? – dijo algo más firme gracias a que no era capaz de ver la expresión de la chica.
-  ¿Qué? ¿por qué? – no comprendía… << con lo bien que nos llevamos…>> a pesar de sus riñas Katara ya le había cogido cariño.
-         Bueno… tú… eres una refugiada, ¿cierto?
-  ¡¿Y piensas arrestarme sólo por qué es lo que te han dicho que debes hacer?! – exigió nerviosa.
-  No. – dijo firme – dejaré que escapes. Pero debes irte ahora. – la joven agachó la cabeza mientras su rostro reflejaba que lo comprendía a pesar de que no tenía sentido. << ¿por qué no simplemente llevarnos bien…?>>. Katara alzó el rostro decisiva, sonrió algo nostálgica y dijo:
-  Un placer conocerte – y con las manos juntas por delante de su regazo, pasó de largo del lado del príncipe Zuko y desapareció entre la espesura del verde bosque.
-         El placer es mío Katara – dijo al fin cuando ya ni siquiera su silueta azul era perceptible.





Capítulo 1 ~fin~

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avandia